"María Madre de los Apóstoles"
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¡Si sientes que Dios te puede estar llamando a ser sacerdote, a dar palabras de Vida Eterna a tus hermanos así como a perdonar los pecados, ofrecer su Cuerpo a los fieles.... puedes dirigirte a tu párroco  o a cualquier sacerdote, o bien escribir a  antoniocpavia@yahoo.es !

Apacienta mis ovejas."

La propuesta-llamada de Jesús continúa recorriendo el mundo entero en busca de pastores que alivien las heridas del hombre sin Dios, del hombre que dió y da muerte a su esperanza porque su arco existencial empieza y acaba en sí mismo. ¡Apacienta mis ovejas! He ahí la voz que resuena insistentemente por el mundo entero. Bienaventurados los que oigan esta llamada y comprendan que su aceptación “no es una renuncia sino una ganancia” (Flp 3,7-8).

LEER CAPÍTULO I COMPLETO

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Nos adentramos en los entresijos de la historia de Israel y recogemos el encuentro entre el profeta Natán y el rey Saúl, aunque más que encuentro habría que llamarlo ruptura. El profeta es portador de un mensaje de Dios para el rey: ha sido desechado a causa de su desobediencia, pues ha desoído su mandato para hacer lo que él creía más oportuno. Para que no quede la menor duda de lo que ha supuesto la deslealtad de Saúl  para con Dios, el profeta le dice textualmente: “Yahvé se ha buscado un hombre según su corazón, al que ha designado caudillo de su pueblo, porque tú no has cumplido lo que Yahvé te había ordenado” (1S 13,14).
Un hombre según su corazón, es decir, alguien que dará prioridad en su misión a lo que le dice Dios, y no a sus corazonadas, aquellas que dan paso a la desobediencia, que fue lo que hizo Saúl. Pablo, al comentar la elección de David, resalta la unión indisoluble entre corazón recto según y conforme a Dios y el cumplimiento de su voluntad: “… les suscitó por rey a David, de quien precisamente dio este testimonio: He encontrado a David, el hijo de Jesé, un hombre según mi corazón, que realizará todo lo que yo quiera” (Hch 13,22).
“Os daré pastores según mi corazón”, había prometido Dios a su pueblo por medio de sus profetas (Jr 3,15). Promesa y profecía que alcanza toda su plenitud en Jesucristo, y, por medio de Él, a los pastores que llamó y sigue llamando a lo largo de los tiempos.


LEER CAPÍTULO II COMPLETO

 Sus discípulos se le acercaron                        

Es la cercanía al Señor Jesús, al Maestro, lo que forma el corazón de sus discípulos a imagen del suyo, el Buen Pastor. Cercanía que se nos da a conocer explícita y repetidamente a lo largo del Evangelio, como bien sabemos.

Hay con todo un  momento que podemos llamar crucial en la predicación del Hijo de Dios en que esa cercanía es profunda y manifiestamente reveladora; supone un desmarcarse del mundo por parte de los discípulos a fin de entrar en la órbita del Maestro para ser formados por Él. Me refiero a aquel día en el que Jesús subió al monte, se sentó y proclamó
el Sermón de la Montaña, catequesis que podríamos definir como el ADN del discipulado.

Mateo introduce este discurso evangélico, tan magistral como sublime del Hijo de Dios, en estos términos: “Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo…” (Mt 5,1-2).

LEER CAPÍTULO III COMPLETO
Pastores según su corazón. Gratis han recibido los tesoros, los bienes de Dios, gratis y sin jactancia los comparten con sus ovejas (Mt 10,8), como hacen los padres con sus hijos. Al igual que Pablo, han comprendido que el Evangelio está todo él lleno de las riquezas de Dios, las que empapan el alma de Vida, de Él; por eso lo anuncian sin descanso (2Tm 4,2). Además, al igual que Pablo, saben que el que predica el Evangelio participa de sus bienes (1Co 9,
leer capítulo iv completo



Creció delante de Él

 “Creció como un retoño delante de él, como raíz de tierra árida. No tenía apariencia ni presencia; le vimos y no tenía aspecto que pudiésemos estimar” (Is 53,2).
nos dice Isaías que “crece como un retoño delante de Él”, es decir, en su presencia
. No depende de nadie para ser aprobado o recibir reconocimiento; depende únicamente de quien la plantó: Dios.
 ...dejemos hablar al Hijo, al Pastor según el corazón de Dios, y nos daremos cuenta que Él mismo tiene a gala el no depender en absoluto del  testimonio de ningún hombre, sino del de su Padre, bajo cuyos ojos está realizando la misión, el pastoreo que le ha encomendado (Jn 5,19-20).

Hablamos entonces de la inevitable crisis de maduración, de identidad como persona, de fe; esa crisis existencial por la que el discípulo tiene la sensación de que nunca va a atracar en puerto alguno. Es también la crisis de dudar de la validez y autenticidad de las palabras que oye de su Maestro y Señor: el Evangelio.

...van al encuentro de los postrados y dolientes de la tierra, los engañados por Satanás, el mentiroso por excelencia (Jn 8,44). Estos hombres, tan urgentemente necesitados de amor, exultan y se abren a la vida ante la Voz: “En verdad, en verdad os digo: Llega la hora, ya estamos en ella, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oigan vivirán” (Jn 5,25). Ahora entendemos mejor por qué estos pastores nunca podrán envidiar a nadie. El ministerio que el Señor les confía es la música que emana de  la “mejor parte” que Él les propuso, y que ellos aceptaron y eligieron.

LEER CAPÍTULO V COMPLETO

Jesús  se presenta ante el mundo entero y ante cada hombre en particular como el revelador del Padre, como la luz que nos permite sondear su misterio; el oftalmólogo por excelencia que tiene poder para sanear las pupilas de “los ojos interiores del alma” (San Jerónimo), capacitándolos así para contemplar el Rostro.

La Iglesia siempre tuvo conciencia clarísima de cuál era su misión en el mundo: darle a conocer lo que “habían visto, oído, palpado y contemplado acerca de la Palabra de la vida” (1Jn 1,1). Juan se refiere al anuncio de Jesús resucitado, a quien todos los cristianos encontraban cada día vivo en el Evangelio. Este tipo de anuncio y predicación no tenía como finalidad ganar adeptos o prosélitos; sus miras eran mucho, muchísimo más elevadas.

LEER CAPÍTULO VI COMPLETO

- “…Por los elegidos”


...Resucitado, los reunió nuevamente y “abrió sus espíritus” –las entrañas de sus almas- para que comprendieran las Escrituras (Lc 24,45).


Ahora sí, ya los puede enviar al encuentro de los hombres del mundo entero (Mt 28,18-20).  Son por comunión con su Pastor y con sus padecimientos, mas también con su luz, pastores según su corazón. No hay la menor duda de que todos, los de entonces y los de hoy, pueden, por obra y gracia de Jesucristo, hacer suyo el testimonio de Pablo que nos ha dado pie para esta catequesis: “Por eso todo lo soporto por los elegidos, para que también ellos alcancen la salvación que está en Cristo Jesús con la gloria eterna” (2Tm 2,10).
LEER CAPÍTULO VII COMPLETO
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En soledad con Dios

Por supuesto que el mundo intenta atraer hacia sí lo que el Hijo de Dios, con su llamada, le ha arrebatado de sus manos: sus discípulos: “Al elegiros os he sacado del mundo” (Jn 15,19b). De ahí la necesidad de llevarlos a la soledad para ponerlos al abrigo de todo apoyo destructivo, protegerlos de toda alabanza y reconocimiento: éstas son las armas del mundo. Librarlos en definitiva de todo aquello que cegó los ojos de los fariseos impidiéndoles reconocer que Jesús era el Mesías, el Hijo de Dios.
...los pastores según el corazón de Dios tienen doble mirada: la que se fija intensamente en Jesús (Hb 12,2), y la que se posa con ternura sobre el rebaño confiado sean cuales sean sus características y circunstancias...

LEER CAPÍTULO VIII COMPLETO

IX - Las sorpresas de Dios
Dios no mira las apariencias sino el corazón.
Así es como Dios llama a sus pastores: mirándoles.  No es una mirada sopesadora, menos aún inquisidora. Dios no necesita investigar a fondo para conocernos, bien sabe quiénes y cómo somos por fuera y por dentro.

 Recordemos la respuesta de Dios a Jeremías cuando le argumentó que no era más que un adolescente: “No digas: Soy un  muchacho, pues adondequiera que yo te envíe, irás, y todo lo que te mande dirás… Entonces alargó Yahvé su mano y tocó mi boca. Y me dijo: Mira, he puesto mis palabras en tu boca” (Jr 1,7-9). El profeta se rindió no ante la fuerza de Dios sino ante su amor y elección.

LEER CAPÍTULO IX COMPLETO

X - Palabra y pastor: historia de amor

Las palabras de gracia que fluyen de la boca del Señor Jesús fluyen también de las de sus pastores; más aún, es lo que les identifica a los ojos tanto de Dios como de los hombres que le buscan.

Los pastores según la rectitud y la verdad son en primer lugar hombres que se han dejado enseñar por su Maestro. Él les ha dado el don de entresacar de la Escritura palabras de vida eterna (Jn 6,68). Con ellas se alimentan a sí mismos y a sus ovejas.
LEER CAPÍTULO X COMPLETO
XI - Te basta mi gracia
 
Te basta mi gracia, dijo Jesús a Pablo cuando un sinnúmero de tribulaciones, pruebas y sufrimientos a causa de su misión, se abatían sobre todo su ser dejándole al filo del desmayo anímico, psicológico y físico.
Te basta con mi gracia, la misma que hice descender sobre ti y con la que te envié a los gentiles para que, con tu predicación, les abrieses los ojos y se convirtieran de las tinieblas a la luz (Hch 26,1-18).
LEER CAPÍTULO XI COMPLETO
XII.- Pastores y Maestros

El anuncio del Evangelio es  lo que podríamos llamar el elemento por excelencia identificador de los pastores llamados por el Hijo de Dios. Pastores que son reconocidos como tales en la medida en que la luz del Evangelio brilla en sus ojos, convirtiéndose en palabras de vida (Hch 7,38) en sus bocas.

En su misión conjugan libertad con dignidad, propias de su Maestro y Señor, quien les parte la Palabra. Él es la Fuente de donde sacan, con gozo indescriptible, las aguas de la salvación (Is 12,3). Su ministerio refleja la libertad y la dignidad en estado puro, no en vano  ambas son creación de Dios.
LEER CAPÍTULO XII COMPLETO
XIII.-Con espíritu de Sabiduría

 “Le haré acercarse –referencia inequívoca al Mesías- y él se llegará hasta mí, pues ¿quién se jugaría la vida por llegarse hasta mí?...” Jesús, Pastor y Maestro de pastores, enseña a los suyos, a aquellos a quienes confía su Evangelio, como confiesa con estupor Pablo (1Tm 1,12), a perder la vida, con la certeza –he ahí la apuesta ganadora- de recuperarla. Lo prometió a todos aquellos que la pusieran en sus manos: “Quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará” (Mc 8,35).
LEER CAPÍTULO XIII COMPLETO
XIV - Entrañas maternas
...incluso en el caso de que una madre se desnaturalizara tanto hasta el punto de abandonar al hijo de sus entrañas,  este caso  nunca se daría en Dios. Él es “incapaz” de olvidarse de los suyos. “…dice Jerusalén: Yahvé me ha abandonado, el Señor me ha olvidado. -¿Acaso olvida una mujer a su hijo de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas? Pues aunque ésas llegasen a olvidar, yo no te olvido” (Is 49,14-15).

Cada vez que un pastor es testigo de que sus ovejas, una tras otra, son capaces de partir la Palabra y alimentarse de ella, puede decir sin jactancia, pero sí con un “magníficat” parecido al de María de Nazaret, que ha amado a sus ovejas como a sí mismo. He ahí el sentido profundo de la respuesta que Jesús dio al escriba. Les ha traspasado la mayor de las maravillas que Dios puede hacer a una persona: partir la Palabra para su propio sustento. Maravilla que está implícita en la oración que el mismo Jesucristo enseñó a sus discípulos: “Danos hoy nuestro pan de cada día” (Lc 11,3).

Leer Capítulo XIV Completo
XV - Jesús: Discípulo y Maestro
 
Uno de los rasgos que los profetas nos presentan como más determinante en lo que respecta a reconocer al Mesías esperado es el de su relación de discípulo con Yahvé, su Padre. 

Estos pastores siguen los pasos de su Señor, sus huellas, como nos dice Pedro: “Cristo sufrió por vosotros, dejándoos ejemplo para que sigáis sus huellas” (1P 2,21). Muchas son las penalidades que estos pastores sobrellevan a lo largo de su ministerio. Pedro considerará un gran gozo, al tiempo que una inestimable gracia, el hecho de participar de los sufrimientos del Hijo de Dios: “Alegraos en la medida en que participáis en los sufrimientos de Cristo, para que también os alegréis alborozados en la revelación de su gloria” (1P 4,13).

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XVI.-Caminando juntos
...acercamos nuestra alma al testimonio de Jesús quien, sobreponiéndose al cúmulo de humillaciones, desprecios y burlas que ya se ciernen sobre Él y que alcanzarán su punto culminante en su muerte de cruz como si fuera un maldito (Gá 3,13), proclama con serena majestad: “El que me ha enviado está conmigo: no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada a él” (JnId,

yo os envío, al tiempo que estoy con vosotros. Seré un solo corazón con el de cada uno de mis pastores, a lo largo de los siglos. Nada de lo que les suceda me será extraño, eso es lo que yo viví en mi propia carne. Si yo pude llevar a cabo mi misión fue porque mi Padre no se separó de mí ni yo de Él. Mis pastores tampoco estarán solos: yo estaré con ellos, no les abandonaré al poder de “la hora de las tinieblas”. Participarán de mi Día, 8,29)

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CAPÍTULO XVII.- Mi vida por mi rebaño
Al hacernos eco de la amorosa cercanía de Pablo a su rebaño, así como de su sufrimiento y desvelo porque sabe que, precisamente por haber abrazado la fe, está expuesto a todo tipo de prueba y persecución, nos estremecemos al evaluar la enorme grandeza del corazón de este hombre.
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XVIII - Nada me falta
 
Poco conocimiento tienen de la historia aquellos –y son muchos- que afirman que el mundo está herido de muerte por su intento de desplazar a Dios de su ámbito; que nuestra sociedad, el hombre, ha alcanzado lo que podríamos llamar su mayoría de edad, por lo que no necesita de ningún dios que le tutele.

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XIX - Cautivados por el Fuego

En este capítulo intentaremos delinear uno de los rasgos que definen con más clarividencia a los pastores que, con su ministerio evangélico, iluminan al mundo.No podemos concluir este capítulo sin mencionar a Pablo, quien, liberado por Jesucristo de la ley del pecado y de la muerte (Rm 8,2), se enorgullece de reconocerse prisionero del Espíritu Santo (Hch 20,22). Él le conducirá allí donde el Señor Jesús desea que predique su Evangelio, “el que irradia vida e inmortalidad” (2Tm 2,10).

LEER CAPÍTULO XIX COMPLETO
XX - Plantación de Dios
 
Comenzamos este capítulo con una de las profecías de Isaías que, a nuestro parecer, revela con mayor fuerza la misión del Mesías. Nos da a conocer que éste anunciará la Buena Nueva de la salvación a los pobres, a los cautivos, a los que, sobrecargados de tanto sufrimiento, tienen el corazón desfallecido. Contiene tanta fuerza su anuncio, su Buena Nueva, que podrá cambiar totalmente la vida de los que lo acojan: el luto y el abatimiento darán lugar al gozo, resurgirá  la alegría de vivir. Culmina Isaías su profecía con una promesa sorprendente: A estos hombres, rescatados por el Mesías de todas estas profundidades, se les llamará “robles de justicia, plantación de Dios para manifestar, irradiar su gloria” (Is 61,3b).
Por supuesto que el anuncio de Isaías alcanza a todos los discípulos del Hijo de Dios, a todos los que guardan su Evangelio. Junto al Manantial de la Vida
Su ministerio sacerdotal va mucho más allá de los ritos externos y formalistas que, aun cuando necesarios, podrían, por su falta de profundidad, no reflejar a Dios. Es por eso que cuando predican y celebran desaparece su yo para dar paso a Jesucristo en cuyo nombre ejercen su misión, su pastoreo. Todos los hombres y mujeres que buscan ansiosamente el Camino, la Verdad y la Vida, lo encuentran en este Jesucristo que vive y actúa en ellos; es como si estos hombres  le prestaran su cuerpo para que vuelva a acontecer la Encarnación… Mucho saben de esto los pastores que viven la pasión inmortal por el Evangelio.

Pastores que reflejan el Misterio
Son hombres de Dios para el mundo, hombres para los demás, que han plantado su tienda al pie de la Cruz de su Señor y beben de la herida de su costado abierto, herida de la que mana su riqueza insondable. Saben del Misterio y el Misterio anuncian. No necesitan explicarse con palabras altisonantes, ya que el mismo Dios se explica a sí mismo, por medio de ellos, con las palabras que pone en sus labios. Cada vez que predican y anuncian el Evangelio, no se fían en absoluto de sí mismos sino del Pastor que les llamó, y a Él recurren. Son tan conscientes de su pobreza que incluso piden a sus ovejas que intercedan por ellos ante Dios a fin de que les haga aptos para transmitir el Misterio del Evangelio.
A este respecto, recurrimos a nuestro querido amigo Pablo, quien nos brinda un fiel testimonio de esta precariedad que a él mismo le acompaña: “… Siempre en oración y súplica, orando en toda ocasión en el Espíritu, velando juntos con perseverancia e intercediendo por todos los santos, y también por mí, para que me sea dada la Palabra al abrir mi boca y pueda dar a conocer con franca audacia el Misterio del Evangelio, del que soy embajador entre cadenas” (Ef 6,18-20).
Son hombres de Dios, Él los hizo plantación suya. Con especial mimo y cuidado los sembró en las márgenes del Manantial de Vida que fluyó, como dije antes, del seno del Crucificado, manantial de Vida que ya había sido profetizado por Ezequiel: “Me llevó a la entrada del Templo, y he aquí que debajo del umbral del Templo salía agua, en dirección a oriente… A orillas del torrente, a una y otra margen, crecerán toda clase de árboles frutales… Producirán todos los meses frutos nuevos, porque esta agua fluye del Templo. Sus frutos servirán de alimento, y sus hojas de medicina” (Ez 47,1 y 12).
Acabamos de escuchar la profecía. Estos árboles, cuyos frutos y hojas son medicinales, están al servicio del mundo, aunque éste, en un alarde de autosuficiencia, proclame su superfluidad, e incluso puede llegar a hacerles objeto de todo tipo de ensañamiento. No se trata de ser masoquista y afirmar que esto no importe a los pastores; mas sí tienen asumido con gozo que han sido enviados al mundo, quien les aborrece en la misma medida en que su Señor fue aborrecido (Jn 15,20).

¡Bendito el que viene en nombre del Señor!, gritaron los niños hebreos cuando Jesús hizo su entrada mesiánica en Jerusalén a lomos de un asno, tal y como Zacarías había profetizado (Za 9,9). ¡Bendito!, gritaban jubilosamente, sin percatarse de que Aquel a quien aclamaban ciertamente venía en Nombre de su Padre…, lo que quiere decir: con su Fuerza, con su Salvación, con la Vida Eterna para todos.
Cambiamos de aclamadores. Ahora son los cielos  los que exultan, los que aclaman, los que viendo a los pastores según el corazón de Dios, gritan y aclaman: ¡Benditos los que recorren el mundo entero en el Nombre de Dios, los que van al encuentro de sus hermanos     –todos lo son- con su Fuerza, su Sabiduría, su Salvación, su Vida Eterna… ¡Benditos, sí, benditos sean estos pastores porque son hombres para los demás, para el mundo!  para editar.
LEER CAPÍTULO XX COMPLETO
XXI.-Excluidos con Él
¿Qué tenían de especial las palabras de Jesús para marcar una diferencia tan abismal con la de los escribas y demás maestros de Israel? 

No hay duda de que con esta forma de predicar y, por supuesto, de actuar, Jesús se ganó a pulso, primero la sospecha, y después la exclusión del pueblo santo. Sí, Él es el Gran Excluido de la historia. Exclusión más que “justificada” por los sumos sacerdotes, escribas, fariseos y, para remate, de todo el pueblo al acoger a Barrabás, culminando así el rechazo frontal al Hijo de Dios.

Los míos escuchan mi Voz

¡Escuchadle, es mi Hijo, mi Predilecto! La voz que resonó desde los cielos no admitió lugar a dudas. Aun así, la resistencia a escuchar la Verdad es una constante no sólo en el pueblo de Israel, sino también a lo largo de la historia de generación en generación.

LEE EL CAPÍTULO XXI COMPLETO
XXII.-Éstos son mis predilectos

 La opinión que tenemos de santo Tomás de Aquino es probablemente la de un gran teólogo envuelto en una montaña de pergaminos, documentos, libros, etc., lo que popularmente llamamos un ratón de biblioteca. Sin embargo, tenemos datos y motivos para apreciar en él a un gran pastor, un discípulo del Señor Jesús que supo encontrar el manantial de vida eterna que mana de las Escrituras.

LEER CAPÍTULO XXII COMPLETO
XXIII.- Pleito de Jeremías con Dios

Entre las numerosas llamadas que Dios hace a hombres concretos para pastorear al pueblo elegido, bien para conducirle a través del desierto, bien para llenarle de sabiduría por medio de su Palabra siempre en función del pueblo, o bien para gobernarle con equidad y justicia,...

Sí, Dios está con él sosteniéndole y alegrando de forma indecible su alma tan terriblemente atravesada por tanto rechazo, oposición y persecución. Mas también está con él moldeando su corazón; siempre hay algo que moldear en su recorrido de llegar a parecerse al de Dios. Os daré pastores según mi corazón, prometió Dios (Jr 3,15); y lo cumplió con Jeremías, pleito incluido.

LEER CAPÍTULO XXIII COMPLETO
XXIV.-Todo lo mío es tuyo
Dicen los exegetas que el Prólogo del evangelio de Juan encierra de hecho su profesión de fe, profesión única, paradigma de todas las confesiones y testimonios de Jesús como Señor. Sabemos de confesiones de fe hechas por innumerables hombres y mujeres a lo largo de los siglos; unas ante reyes y gobernadores, otras ante los foros más diversos.
LEER CAPÍTULO XXIV COMPLETO
XXV.-EN MEDIO DE VOSOTROS
Con la Fuerza de la Palabra, es decir, de Dios en su alma, podrá el Mesías levantar al caído, recibirá lengua de discípulo para hacer llegar a los abatidos el aliento de Dios, su propia Palabra. “El Señor Yahveh me ha dado lengua de discípulo, para que haga saber al cansado una palabra alentadora” (Is 50,4a).
LEER CAPÍTULO XXV COMPLETO
XXVI.- SERÉIS COMO DIOSES

Seréis como dioses, oyeron. Oyeron y creyeron. Desde entonces, el hombre cambió la tutela del Pastor de la Vida por la del pastor de la muerte.


Al “seréis como dioses”, oído y aceptado por el hombre de todos los tiempos, Jesús oyó: “Tú eres mi Hijo amado, en quien me complazco” (Mt 3,17). De la palabra a la Palabra, de la promesa a la Promesa, de la mentira a la Verdad.
LEER CAPÍTULO XXVI COMPLETO
XXVII.-Amaron su vida

De las más variadas formas, los Padres de la Iglesia nos dicen que el seguimiento a Jesucristo y su identificación con Él van al unísono. Respecto al seguimiento es necesario decir que está a años luz del servilismo, que no deja de ser un sometimiento. Digamos que el seguimiento, al contrario del servilismo, engendra una identificación que respira comunión de vida y de misión con el Hijo de Dios.

Dios es de fiar

No considero mi vida digna de estima, dice Pablo. Pero sí considero -repetimos la expresión- digna de estima la Vida alcanzada para mí por el Hijo de Dios. Se entregó al Padre y, gracias a esa entrega, hemos sido vivificados: “…la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros… Si cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, estando ya reconciliados, seremos salvos por su vida!” (Rm 5,8-10).
LEER CAPÍTULO XXVII COMPLETO
XXVIII.-Desde la médula del alma

 El Prólogo del evangelio de san Juan contiene la catequesis por excelencia acerca de la Palabra como fuente de la fe y, por lo mismo, fuente también de la espiritualidad cristiana. Estamos hablando de una sola fuente así como de una sola vida, la Eterna, y lo es porque mana del Dios vivo.

Rompió nuestras cercas
Dios se hizo Emmanuel a fin de arrebatar a Satanás el veneno del miedo que había inoculado en nuestro corazón, que es en realidad la razón por la cual el hombre marca su autonomía frente a Dios. El Hijo de Dios se encarnó, murió y resucitó, dando muerte a todas las lacras con que Satanás nos había revestido; en su lugar, el Señor Jesús nos revistió del espíritu que nos hace dirigirnos a Dios con el nombre de Padre. “No recibisteis un espíritu de esclavos para recaer en el temor; antes bien, recibisteis un espíritu de hijos adoptivos que nos hace clamar: ¡Abbá, Padre!” (Rm 8,15).
LEER CAPÍTULO XXVIII COMPLETO
XXIX.- EN SU REGAZO
Creo que la figura del discípulo amado recostado en el seno de Jesús en la Última Cena, es todo un anuncio profético de la experiencia que se promete a los pastores según el corazón de Dios. Además, si el Maestro, después de las fatigas de su misión que le llevaron a la muerte, descansa glorioso en el seno del Padre (Jn 1,18), sus discípulos/pastores reciben ya las primicias de lo que será su descanso eterno; saben que, cruzado el umbral de la muerte, se recostarán, también ellos, en el seno del Padre junto al Hijo por expreso deseo de éste. “En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar. Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros” (Jn 14,2-3).
LEER CAPÍTULO XXIX COMPLETO
Cap XXX.- LAS CENIZAS SE SONROJAN

Uno de los signos que hará reconocible al Mesías anunciado por los profetas de Israel es que, gracias a Él, el hombre podrá ser partícipe del fuego, de la luz de Dios. El salmista lo explicita meridianamente al proclamar exultante ante Dios: “En tu luz vemos la luz” (Sl 36,10b). Es la Luz -sinónimo del Fuego- la que hará posible que se restablezcan los brazos débiles y las rodillas vacilantes del hombre caído. Recordemos la exhortación llena de esperanza de Isaías: “Fortaleced las manos débiles, afianzad las rodillas vacilantes. Decid a los de corazón cansado: ¡Ánimo, no temáis!” (Is 35,3-4a).
LEER CAPÍTULO XXX COMPLETO
XXXI.-Mirados por Dios

Cuando Samuel fue enviado por Dios a la casa de Jesé para escoger a uno de sus hijos como rey en lugar de Saúl, le fue presentado el mayor de ellos, no sólo  por ser el primogénito, sino también por su prestancia y gallardía. Jesé suponía que Eliab, -así se llamaba el hijo mayor- habría de ser la persona en quien Dios se había fijado. De hecho esto fue lo que pensó  para sí: “Sin duda está ante Yahveh su ungido” (1S 16,6b). No sólo discurrió así él, sino también el mismo Samuel y, si vamos más lejos, cualquiera hubiera pensado igual. Sí, cualquiera menos el que llama y elige: Dios, quien dijo a Samuel: “No mires su apariencia ni su gran estatura, pues yo lo he descartado. La mirada de Dios no es como la mirada del hombre, pues el hombre mira las apariencias, mientras que Dios mira el corazón” (1S 16,7-8).

LEER CAPÍTULO XXXI COMPLETO
XXXII.- SU PARTE ES DIOS

Los pastores según el corazón de Dios han descubierto sus sellos divinos, y esto les lleva no sólo a encontrarse con los demás hombres, sino, al igual que su Buen Pastor, a ser sus siervos. Están al servicio de todos ofreciendo el Evangelio que les diviniza. Porque son pastores según el corazón de Dios, el suyo propio es como parte de Él, por eso pueden ir al servicio de los hombres y anunciarles: ¡Oídnos, Dios es vuestra parte y vuestra herencia! Escoged la Vida.

LEER CAPÍTULO XXXII COMPLETO
XXXIII.-Yo sé…

 Mediados de la década de los sesenta del siglo primero. Pablo sufre su segundo cautiverio en la cárcel Mamertina de Roma. Siente cercana su muerte. Si Francisco de Asís le dio a ésta el nombre de hermana, Pablo ve en ella el pórtico glorioso que, cual gran Chamberlan de la Corte, anuncia su entrada triunfal en el lugar preparado para él por su Señor, en el regazo del Padre (Jn 14,1-3).
LEER CAPÍTULO XXXIII COMPLETO
XXXIV.- La Voz que salva

Nada abate más al hombre que no encontrar respuesta ante la desgracia y la calamidad cuando es visitado una y otra vez por ellas. Desamparado, desvalido e inerte ante el cúmulo de adversidades que se ceban en él, le parece estar a merced del mal y su autor, Satanás; Jesús le llama “el Maligno” (Jn 17 15).
LEER CAPÍTULO XXXIV COMLETO
XXXV.-Saber escoger

Última cena. La atmósfera está más que recargada, hasta el aire parece pesado. El desconcierto de los apóstoles es total y manifiesto, han dejado todo por su Señor y parece que es su Señor quien les deja a ellos en el más absoluto de los desamparos. La conspiración contra quien dice ser el Hijo de Dios no tiene vuelta atrás. Es evidente que van a por Él, que su condena está ya decidida; así las cosas y cuando parece que el derrotismo tiene la voz cantante en el grupo, Jesús toma la palabra y dice proféticamente: “¡Simón, Simón! Mira que Satanás ha solicitado el poder cribaros como trigo; pero yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos” (Lc 22,31-32).

LEER CAPÍTULO XXXV COMPLETO
Reveladores del Misterio
No hay esfuerzo más baldío y estéril que el desplegado con el propósito de ignorar y, más aún, reprimir las genuinas intenciones del alma. Sería algo así como intentar ocultar el sol con nuestra propia mano. Por otra parte, es necesario que alguien nos ayude a encontrar los cauces por los que nuestro espíritu se atreva a lanzarse hacia Aquel que se perfila como centro de las intuiciones sonoras de su alma, digo sonoras porque se hacen oír.

LEER CAPÍTULO XXXVI COMPLETO
Sabios según Dios
Las últimas palabras que el Señor Jesús da como legado a sus discípulos antes de subir al Padre, palabras que Mateo nos ha hecho llegar, definen por sí mismas no solamente la misión de la Iglesia sino también su razón de ser. “Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28,18-20).

LEER CAPÍTULO XXXVII COMPLETO

EN LA PALABRA ESTABA LA VIDA

Nadie pone en duda que uno de los frutos que el Espíritu Santo suscitó en la Iglesia a través del Concilio Vaticano II es la -llamémoslo así-  recuperación de la espiritualidad de la Palabra, de la que nace la infinita riqueza del discipulado, la genuinidad del seguimiento al Hijo de Dios. Cierto es que esta espiritualidad nunca se perdió; tengamos en cuenta pequeñas islas como fueron algunos monasterios, así como movimientos bíblicos, escuelas de fe, etc., que mantuvieron la primacía de la Palabra. Sin embargo, el pueblo de Dios en general desconocía lo esencial de ella, ni siquiera se cuestionaba qué quería Juan decirnos al proclamar que “en ella –en la Palabra- estaba la vida” (Jn 1,4a).

LEER CAPÍTULO XXXVIII COMPLETO
El libro del Deuteronomio, que describe con una belleza incomparable la relación entre Dios y su pueblo, nos ofrece en el capítulo 32 una auténtica joya literaria que refleja la inmensidad de la ternura de Dios con el hombre. Sí, porque todos nos sabemos y sentimos escogidos por Dios en este Israel que, sobreponiéndose a su debilidad moral, se deja elegir, amar y cuidar por Él. Hablo de joya literaria porque en el texto que veremos a continuación  abundan los toques poéticos y místicos. Diríamos que el autor, movido por una especial intuición del Espíritu Santo, se explayó en la ética divina de la liberación de Israel. Al mismo tiempo hablamos de una proclamación de fe que nos parece fundamental para todos aquellos que son llamados por el Señor Jesús a pastorear al nuevo Israel, la Iglesia extendida por el mundo entero. “Como un águila incita a su nidada, revolotea sobre sus polluelos, así Él despliega sus alas, le recoge y le lleva sobre su plumaje. Sólo Dios le guía a su destino, con él ningún Dios extraño” (Dt 32,11-12).
LEER CAPÍTULO XXXIX COMPLETO
Hijos de la Sabiduría

La buena noticia es que el Dios trascendente e inalcanzable se encarnó, se puso a nuestro alcance, sometió el tremendo oleaje que hacía de la barca de nuestra vida lo que quería (Mc 4,39…), al tiempo que puso a nuestra disposición su también inalcanzable Sabiduría con sus tesoros
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...A estas alturas creo que tenemos suficientes datos para comprender que la elección de la Sabiduría, en realidad la elección del mismo Dios, no tiene que ver nada con una especie de renuncia ascética, el sacrificio por el sacrificio, la negación por la negación, como si tuvieran valor por sí mismos.

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