Iniciamos hoy unas catequesis en audio entresacadas del Evangelio, con el deseo de que los oyentes, puedan descubrir y valorar lo que Jesús define como el amor más profundo y sublime que una persona puede vivir hacia Él, tal y como se lo hizo saber a Pedro al decirle: “¿Me amas? ¡Apacienta mis ovejas!” (Jn 21,15…).
A lo largo de estas audiciones –de unos quince minutos de duración- veremos cómo el Señor se asoma a nuestra vida con el deseo de conducirnos por un camino plagado de asombros y sorpresas. Experimentaremos el estremecimiento de sentirnos amorosamente sacudidos por este o aquel pasaje evangélico que nos descolocará de nuestra prudencia humana al revolver este nuestro armario interior, en el que, desde una óptica sesgada y calculadora, cada cosa tiene su lugar fijo. Al entrar el Evangelio en nosotros, nos quedamos expectantes, y permitimos al Hijo de Dios que ponga “su orden” en nuestro orden. Se abre entonces la caja de las sorpresas para los que dejan el campo libre al Señor. Cada compartimento del armario con su proyecto ya definido, que le permitimos remover, da paso a la expectación; es la expectación que nace del riesgo que supone creer que el Hijo de Dios salga garante de lo que quiera cambiar, sabiendo -y en esto consiste la fe- que será para nuestro bien. Las sorpresas se suceden una tras otra; a cada riesgo que aceptamos, Jesús corresponde demostrándonos con hechos que nuestra apuesta por Él fue un acierto. Entramos así en una espiral de asombros inauditos propios del ámbito de Jesús, ámbito que no es el de este mundo tan atado a seguridades no exentas de inestabilidad. Los discípulos de Jesús, al confiar en Él –repito- como garante de nuestras elecciones, vivimos un “subidón” ininterrumpido al constatar por nosotros mismos su poderoso y amoroso hacer en nuestras vidas. Concluyo diciéndoos que estos textos alcanzan a todos aquellos que están en camino, o desean estarlo, para llegar a ser discípulos de Jesús. Son muy apropiados también para todos aquellos que puedan sentir la llamada al sacerdocio, o simplemente que no la excluyan. Sea como sea, el Discipulado lleva consigo llenar el mundo de la Luz del Hijo de Dios (Mt 5,14…). Estos textos, centrados en la espiritualidad del Evangelio, pueden ser escuchados individualmente o en grupo, bien sea parroquial, de confirmación, movimientos, etc.