Jesucristo es el buen pastor: se da a sí mismo no para presentarnos un ejemplo moralizante, sino para hacer visible la Palabra que da la vida. Jesucristo es el buen pastor no porque murió en la cruz, sino porque, a partir de su muerte y en la gloria de su resurrección, ha roto la antigua alianza. Jesucristo es el buen pastor. Su alimento es el nuestro, su oración es la nuestra, sus ojos, que encontraban el rostro del Padre en medio de sus noches, son los nuestros. A lo largo de éstas páginas ahondaremos en esta figura de Jesucristo, buen pastor, al hilo del capítulo diez del evangelio de San Juan.