Dichoso el hombre que no acude al consejo de los injustos, ni anda por el camino de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos, sino que su gozo ésta en la ley del Señor y medita su ley día y noche.
Es como un árbol plantado al borde de la acequia, que da fruto a su tiempo,y sus hojas nunca se marchitan. Todo lo que hace tiene buen fin.
¡No así los injustos! ¡No así! Al contrario:son como paja que arrebata el viento. Por eso, los injustos no se levantarán en el Juicio, ni los pecadores en la asamblea de los justos,
Porque el Señor conoce el camino de los justos, mientras que el camino de los injustos acaba mal.
LAS REFLEXIONES DEL PADRE ANTONIO PAVÍA (extractadas de su libro "En el Espíritu de los Salmos" y publicadas con autorización expresa de la Editorial San Pablo)
LA PERSONA QUE ESCUCHA
Este Salmo nos habla de la felicidad que experimenta una persona que pertenece ya a Dios por haber abierto el oído a sus Palabras. Así también lo afirmará Jesucristo diciéndonos: «el que es de Dios escucha las palabras de Dios» (Jn 8,47). Esta persona es igualada en este Salmo 1, a un árbol que plantado junto a las corrientes de agua, da a su tiempo su fruto. La persona, por escuchar a Dios, es tanta la vida que le viene dada, que su confianza en Dios se dispara hasta límites insospechados, sabiendo que no será defraudada. Recordemos el libro del Apocalipsis en el que vemos cómo el agua de la Vida que brota del trono de Dios, fecunda los árboles (Ap 22,1-2). Nos es fácil identificar este río de Agua, con el Evangelio, que brotó de la herida abierta del costado de Jesucristo, desde el trono de la Cruz. La persona justa, es alguien que se complace en la Palabra de Dios. Es tal el gozo que siente, que la susurra día y noche, de la misma forma que del recodo de un valle brota el agua porque las entrañas de la tierra están colmadas. A la persona, se le presentan dos caminos. Llegará a su plenitud si escoge el de escuchar a Dios, y su vida será fecunda, alcanzando en ella la completa personificación de su ser.